Según las predicciones, a principios de esta semana los neoyorquinos iban a ser partícipes de una gran tormenta de nieve, con precipitaciones que sobrepasarían 60 centímetros y que podría batir récords históricos. Pero finalmente, aunque se ha mantenido la alerta por mal temporal en toda la ciudad, parece que no ha resultado ser tan catastrófica.
La tormenta de nieve que paralizó Nueva York resultó ser un día festivo, en el que los niños no tenían clase y se podía visitar sin demasiados impedimentos la zona de Times Square. Las previsiones resultaron ser erróneas, y el más de medio metro de espesor se quedó en unos 15 centímetros.
Los servicios de metro, autobuses y trenes ya han sido reanudados, pudiéndose así desarrollar la rutina con completa normalidad. Quizás, aunque se haya exagerado al respecto, puede que haya sido mejor prevenir que posteriormente arrepentirse de los acontecimientos que se pueden derivar de una tormenta con estas características.
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